Relaciones familiares: tres películas que se conectaron
- queridajuliet
- 8 jun 2015
- 3 Min. de lectura
Ver películas sin ningún hilo conductor. Pelis que vas subiendo a la playlist y vas viendo desordenadas. Hasta que un día algunas se conectan entre sí. Resulta que has pasado unos meses viendo cine realizado en Japón y China con un denominador común: la familia.
Creo que me aficionaré a clasificar de tres en tres (igual que Rob en "Alta fidelidad", soy fan de las listas). Ahí van las que más me gustaron de esa serie de películas orientales sobre "relaciones familiares".

"Una familia de Tokio" (Yoji Yamada, 2013) es un remake de la conocida "Cuentos de Tokio" (1953) de Yasujirô Ozu. Nos muestra una visión más actualizada, lógicamente, pero en esencia el tejido familiar que se planteaba en la primera sigue resultando muy cercano. No hemos cambiado tanto.
El viejo Shukichi Hirayama y su esposa Tomiko viven en una pequeña isla. Aunque no les gusta la vida urbana, van a Tokio a pasar unos días con sus hijos. El mayor dirige un hospital; la mediana es dueña de un salón de belleza, y el pequeño trabaja en el teatro. (Fuente FILMAFFINITY).
Cómo se van relacionando entre ellos: matrimonio, padres/hijos, hermanos... es la base de la historia. Lenta y llena de detalles (que te partirán el corazón, aviso) nos hace reflexionar sobre el papel de los padres en la vida de los hijos adultos, cómo damos demasiadas cosas por normalizadas y la importancia de re-descubrir a los padres sin que se haga demasiado tarde. Corre, que el tiempo vuela.
En todas las pelis hay un personaje que destaca. En "Una familia de Tokio" me encantó el papel de la novia del hijo menor, mediadora y conciliadora.

"De tal padre, tal hijo" (Hirozaku Koreeda, 2013) He aquí dos familias felices que se enfrentan a un gran conflicto (en el que tú también tendrás que posicionarte).
La familia de la izquierda es una pareja "exitosa". Ryoata es arquitecto, tienen una bonita casa y una vida llena de comodidades. Por supuesto, un hijo que es el centro de su mundo y para el que tienen grandes planes.
A su lado una familia que tiene una posición social menos privilegiada pero que derrocha alegría, cariño, tiempo. Niños felices (uno de la misma edad que la primera familia). Mucho ruido en la casa. Divertidos baños de espuma.
No se conocen entre sí hasta que les comunican un fatal error: los niños han sido intercambiados al nacer. Los padres tienen hijos que no son quienes creían que eran.
Y a partir de aquí, el desarrollo de la película. El dilema moral. ¿Quién es más padre? ¿Hasta dónde nos influye la sangre?
Aunque la película es un gran drama en sí mismo no es, en absoluto, una película triste. El director consigue mantener la tensión sobre la gran decisión con cierto humor y, pese a que es larga, no tienes la sensación de que sobra nada. Todo aporta luz para la decisión final. Yo lo tengo claro, ¿tú?

Esta cara NO es la de una madre. Adoro esa expresión y el papel que representa esta mujer. "Una vida sencilla" (Ann Hui, 2011) es una de las películas más tiernas y emotivas que he visto en tiempo. Recuerdo que cuando empezó la peli mi hija revoloteaba en el salón, con la atención puesta en otras cosas. Cuando terminó estaba quieta en el sofá, maravillada con la dulce señora Chun Tao-Chung y su eterna sonrisa.
Chun Tao-Chung ha trabajado como sirvienta para la familia Leung durante sesenta años. Ahora cuida de Roger, el único miembro de la familia Leung que aún vive en Hong Kong. Un día, al volver del trabajo, Roger descubre que Tao ha sufrido un derrame cerebral y la lleva al hospital. Cuando ella le dice que quiere dejar su trabajo y marcharse a una residencia, él le encuentra una habitación en un centro dirigido por un viejo amigo. A fuerza de dedicarle tiempo y atención a las necesidades y antojos de Tao, Roger descubre cuánto significa para él la vieja criada. (Fuente FILMAFFINITY)
Esta mujer no es una madre ni falta que le hace. Es una mujer generosa que ha vivido "una vida sencilla" y ha encontrado en el "dar" su fuente de paz y armonía con todo lo que le rodea. La película muestra tal respeto por los ancianos y sus necesidades, y lo hace con tanta elegancia, que resulta un privilegio verla.
Cuidar a quien te cuidó. Y aquí tampoco hay lazos de sangre. Solo gratitud.
Te animo a ver las tres. El cine oriental puede resultar algo lento para nuestras ansias vivas de ritmo pero la forma exquisita con la que desarrollan sus tramas (y las cuidadísimas músicas que utilizan) te van a atrapar desde el minuto uno.
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