El hueco
- queridajuliet
- 14 jul 2017
- 1 Min. de lectura

Hace unos pocos meses que ya no lo siento. No siento:
ese dolor
la incomprensión silenciosa
la afilada angustia
Me sorprendí un día esperando que llegaran, misma hora y casi similar circunstancia. Después de la mordacidad solían visitarme,
y no aparecieron.
Confundida, me tumbé en el sofá. Cerré los ojos y respiré hondo.
No estaban.
Esto mismo hacía cuando esperaba un bebé. Comía sandía y me tiraba en el sofá muy quieta.
"Muévete, chiquitín"
Estoy acostumbrada a las señales de mi cuerpo porque me he escuchado demasiado.
Sabía exactamente cuándo ellos habían dejado de latir porque no habían querido comer sandía. Si no se mueven, no hay latido.
Lo aprendes rápido, la primera vez.
Durante mucho, mucho tiempo, odié la palabra "corazón". Solo ahora puedo emplearlos como emoticonos y empiezo a usar "me late" para decir que algo me gusta.
De todas las veces, me equivoqué una.
"Vuelva a mirar, es imposible que no haya latido. He comido sandía y acaba de relamerse. Lo he escuchado desde el fondo de mi ombligo"
"No nos late..., corazón.
Ayúdame con esto"
Por eso sé que ya no me duelen las cosas como antes,
porque me he quedado muy quieta y he estado atenta a todas las señales.
Y no lo siento
Aunque lo sienta
Es hora de vivir y abrir las puertas de par en par,
abrir todas las habitaciones que quedaron vacías
y dejar que fluya el aire fresco en nuestra casa.
Raúl Fernández, "Refree", escribió "El hueco" inspirándose en "La escala de los mapas" de Belén Gopegui
La foto de portada es de Amanda Berglund
Comments