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Mi vida en un video club

Antes de seguir hablando de cine en el blog me gustaría decir algo: no sé nada de cine. No sé de fotografía ni de iluminación, tampoco de planos secuencia, americanos o medios, ni si el sonido es bueno o malo, ni si las interpretaciones de los actores son las mejores de su carrera. Puedo confundir a Jude Law con Hugh Jackman tan ricamente porque nunca me acuerdo del nombre de los actores y actrices a la primera y no te extrañe que tenga que hacer un esfuerzo mayúsculo para recordar una película si no tengo mi lista cerca.


Ni siquiera soy una de las que el cine le ha gustado "de toda la vida". Mis lagunas sobre cine clásico son monumentales. En casa mi hermana era la cinéfila y yo, durante mi adolescencia, no estaba demasiado interesada en sentarme a ver películas. Siempre preferí los libros.


Entonces, ¿ dónde nace mi amor por el cine? En un video club.


Este es mi particular homenaje a los señores y señoras de los video club que me guiaron en mi viaje a través del cine. He tenido la suerte de encontrarme con profesionales que supieron entender qué quería ver y abrirme las puertas a tantas emociones que no hay lista que lo soporte. Porque para mí el cine es emoción.

No me acordaré del título exacto ni quién la protagonizaba pero no dudes que recordaré qué me hizo sentir. Si me pasé la noche llorando, angustiada o con una sonrisa. Si me tiré al teléfono para recomendarla a algún amigo o las compartí en las redes cuando decidí (tarde) unirme a ellas.


Gracias a los señores y señoras de los video club que he ido teniendo cerca en mis sucesivas mudanzas, descubrí que había cine fuera de América y cada país guardaba un tesoro en su cine. Entiendes mejor a la gente si ves sus películas.


Gracias a ellos también pude disfrutar de maravillas que se habían exhibido en festivales y que no habían pasado previamente por las salas comerciales. Tan imperdonable.


Y en este pequeño y particular homenaje voy a mencionar el Buggys, un video club de Gijón. Estaba en la Calle La Merced y hoy es, creo, una tienda de ropa. De allí me llevé auténticas joyas animada por sus dueñas, dos mujeres encantadoras y súper profesionales que desgraciadamente no aguantaron el tirón de la vida pirata. Recuerdo perfectamente el día que me llevé a casa "Ni uno menos" y mi sentir cinéfilo cambió para siempre. Donde estéis, gracias.


"Ni uno menos" ( Zhang Yijou, 1999) Una niña de 13 años, Wei Minzhi, que vive en un pueblo de las montañas se ve obligada, por orden del alcalde, a sustituir durante un mes a su maestro. Éste le deja cada día un trozo de tiza y promete darle 10 yuan si consigue que ningún estudiante abandone la escuela. Sin embargo, el revoltoso Zhang Huike abandona la clase para ir a la ciudad en busca de trabajo y la abnegada Minzhi tendrá que ingeniárselas para que regrese a la escuela.

Fuente: FILMAFFINITY



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