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Tierra sin canción

El 8 de marzo se va apagando y yo sigo pensando en mujeres que no tienen batallas ganadas. Aquí y allí. Y me siento pequeña, egoísta y algo miserable por vivir de espaldas a la desigualdad, por tener mi cuota cincuenta por ciento bien definida y hacer más bien nada. Por usar labiales con nombre Russian red y seguir pintándome las uñas cada vez que necesito curar mis pequeños dramas cotidianos.

Dicen que Nilgün Marmara era una poetisa soñadora. Era turca. Se suicidó cuando tenía 29 años. Ayer vi "Mustang" y me recordó mucho a ella. Me recordó mucho a todas. Mi pájaro y yo estamos apresuradamente dormidos reflejados en un espejo, nuestra jaula es nuestra cama nuestros rostros cara a cara, el uno con el otro dormimos bajo la nieve eternamente que cae mi pájaro y yo. Una cinta carmesí nos liga – mi compañero y yo indeleblemente juntos. La miseria se deleitaría con su separación. En nuestro espejo no hay nada más allá de esta obligación... Este lazo carmesí entre nosotros — mi compañero mi pájaro y yo...

Nilgün Marmara

"Mustang" (Deniz Gamze Ergüven/ Francia, 2015) En un pequeño pueblo, al norte de Turquía, cinco hermanas huérfanas de edades comprendidas entre los 12 y los 16 años pasan el verano en un jardín paradisíaco de risas y juegos inocentes sobre las olas del Mar Negro con los chicos de la escuela. Sin embargo, la condición de la mujer en el país no tardará en provocar rumores de inmoralidad y escándalo de las jóvenes, así que sus familiares, a través de la abuela y el tío, deciden hacerse cargo del asunto; esto es, prepararlas y precipitarlas hacia su destino de futuras esposas (Fuente Filmaffinity)



Me pasé la peli recordando "Las vírgenes suicidas" de Sofía Coppola, quizá porque también eran cinco hermanas y también había progenitores represores. La estética de las hermosísimas chicas es también muy similar. Salvo eso, la historia es otra. Se centra en la forma como cada una aborda las decisiones que toman sobre su vida. Hay quien se conforma, quien se autodestruye, quien pelea.... La historia refleja cinco maneras de aceptar, o no, la realidad impuesta. Es una película rodada con una luz bellísima y cristalina que contrasta con la oscuridad del machismo, los abusos, la represión, las peores tradiciones y las mujeres que no ayudan, no frenan, no dejan que las cosas cambien. Te indigna. Te indigna doblemente que sean mujeres quienes estén a favor de perpetuar matrimonios concertados, poner rejas, convertir el hogar familiar en una cárcel.

Las hermanas están extraordinarias en sus papeles y la química entre ellas salta desde la pantalla. La hermana pequeña lleva el peso de la historia, es la que lo cuenta.

Por suerte, hay un hombre que sonríe. Ya no desvelo más. Merece la pena que la veas.



Aprovechando el post recomiendo que veas un maravilloso documental iraní que me dejó fascinada cuando lo vi en el Festival de Cine de Gijón, en 2014. De hecho ganó el premio al mejor documental. Es un documento valiosísimo y tremendamente valiente.




"No land,s song / Tierra sin canción" (Ayat Najafi, 2014) Desde la Revolución de 1979, las mujeres en Irán ya no pueden presentarse en público como cantantes solistas, bajo el argumento de que la voz femenina está impregnada de una ternura capaz de excitar a quienes la escuchan. En abierto desafío a la ley islámica, atravesando interminables trabas burocráticas, la joven compositora Sara Najafi decide organizar un recital con sus congéneres, y para ello convoca, junto a otras dos cantantes iraníes, a tres chanteuses de París: Elise Caron, Jeanne Cherhal y Emel Mathlouthi.

(Fuente Filmaffinity)





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