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Vivir sin corazón (15 minutos)

Escribo los domingos por la noche de un tirón, si me siento a escribir es que tengo perfectamente claro qué quiero compartir en el blog y qué palabras voy a utilizar. Llevan días dándome vueltas en la cabeza y solo tengo que volcarlas en la pantalla blanca, encontrar alguna imagen que me apoye y programar la entrada para que mañana lunes, a las ocho, alguien que pase por aquí pueda leerlo. Este es mi proceso desde que abrí el blog, cada post es producto de horas de centrifugado en la cabeza y media hora de composición. Quizá debiera ser al revés y entonces el resultado final sería, seguro, más redondo.


Veo muchas películas y hay muchas en la memoria esa "sentimental" que yo llamo. Hay tantas películas (y tantos libros) que podría hacer un post diario. Desde el comienzo decidí que este sería un espacio de emoción sincera, de cosas que sí, de las que me mereciera la pena tener siempre presentes. El cuaderno de bitácora con todo lo importante.


Hace un par de semanas vi esta película. Si hubiera salido de la sala y escrito en ese momento me habría marcado un arañazo emocional difícil de digerir porque no la vi con los ojos (más que nada porque había tanta sangre que permanecí parte de la película con ellos fuertemente cerrados). Esta la vi con el corazón. Y con los ojos cerrados pude sentirla igual.



"Bogowie" (Dioses. Dirigida por Lukasz Palkowski, Polonia 2014) La película está basada en hechos reales y cuenta la historia de Zbigniew Religa, que fue el primer cirujano que hizo el primer trasplante de corazón exitoso en Polonia en los años 80.


Religa es un hombre envuelto en humo constante, fuma para poder pensar, fuma cuando está desesperado y fuma cuando sonríe. Durante la película hay testimonio visual del Religa real defendiendo sus actuaciones en una televisión y esto resulta muy interesante. Realmente fue un hombre carismático y un pionero en la lucha a favor del trasplante de órganos. Y sí, era un fumador empedernido hasta que en 2009 muere a causa de un cáncer de pulmón.


Enganchada al personaje desde el primer minuto al resto del metraje se lo perdoné todo. Incluso que tuviera que pasarme con los ojos cerrados parte de la película, las escenas de las operaciones a corazón abierto no dejan lugar a la imaginación y yo me mareo con una sola gota de sangre.


Religa tuvo que hacer frente a dificultades técnicas y científicas, lógicamente eran los primeros años del trasplante de órganos y sus colegas europeos estaban más o menos en el mismo punto. Además de eso, no encontró el apoyo en la comunidad científica de una Polonia sovietizada y se encontró con una barrera moral y religiosa que tuvo que saltarse para seguir avanzando. Vivió al límite, absolutamente obsesionado por encontrar el camino correcto y hacer lo justo, destrozando su vida sentimental y haciendo, en algún momento, un ejercicio de autodestrucción que te deja clavado en el asiento.


Le película es un drama y una comedia, como la vida. Momentos en los que se dan situaciones absurdas que aligeran la angustia que viven las personas que morirán si no llega a tiempo un corazón. De todas las escenas me quedo con esta, y perdonad el spoiler.

Hoy sí.



Hay una niña y una camilla voladora. Él nunca dejó de impulsar ese corazón, ni siquiera cuando todo el mundo alrededor bajó los brazos y le miraba sin entender qué estaba haciendo. Es entonces cuando te apetece entrar en la pantalla, abrazarle y decirle que hizo lo suficiente, que nadie puede salvar un corazón dañado que abandona.



"No se puede hacer nada cuando alguien se rinde" (Bogowie)





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