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La amabilidad de los extraños

“Así llegué hasta el lugar de donde me fui veinte años atrás. Gracias a la amabilidad de los extraños. Gracias a mi suerte, no aquella que decía mi madre, sino una pequeña suerte. Tal vez a una sumatoria de pequeñas suertes"

Claudia Piñeiro, "Una suerte pequeña"

Ilustración Sara Morante, 2015



Un invierno fue cáncer.

Me mordió el pecho,

tiró de mi pelo sin llegar a arrancarlo,

dejó su huella y se esfumó.

Desde entonces miro encima de mi hombro

si escucho un ruido.


Ese mismo invierno

mi prima murió por un cáncer,

(nunca olvidar)

y a B. se lo diagnosticaron.

Desde entonces entra y sale del cáncer

como si viviera instalado en una puerta giratoria.


B. me preguntó este verano si a mí me importaba

hablar del cáncer, que a él no.

Le dije que yo había abierto un blog de esos,

para hablar directa o indirectamente del cáncer

y que, a veces, hasta lo trataba

como una puñetera poesía.


B. me dijo que a la gente le daba vergüenza

pronunciar "cáncer".

No estuve de acuerdo y le hablé del miedo.

B: "Yo sentí el miedo una vez,

nada puede superar ya eso"

Iba a seguir hablando cuando llegó un mensaje.


B. me tendió su teléfono y miré quién era.

-"Es Juanelmédico, ¿es tu médico?"

B. dijo que no,

que era un paciente de cáncer,

médico,

con el que había compartido habitación.


Nunca había conocido a alguien tan asustado.

Por las noches temblaba.

Una noche B. cogió su mano y le prometió,

"vamos-a-salir-de-aquí".

Esa noche pasaron horas hablando

y Juan dejó de temblar.


B. me pidió que le hiciera una foto para enviársela a Juan ("que vea qué guapo estoy"). A los pocos minutos recibimos otro mensaje y cuando, otra vez, me pidió que lo abriera me encontré al hombre más tierno del mundo. No tenía pelo, la ropa se descolgaba en un cuerpo que era nuevo y parecía no pertenecerle, sonreía tímidamente, seguía escribiendo lento...


"Yo también estoy muy guapo. Nunca lo habría conseguido sin ti"




B. sonrió tan dulcemente que el corazón estuvo a punto de estallarme. Claro que lo habría conseguido, Juan tiene una familia que le quiere y unos médicos que le salvaron la vida. B. fue el extraño amable que le cogió la mano y le dio fuerzas para salvar la noche. Me gusta compartir los mismos genes que B., que sea un referente en mi vida y que sea un tipo tan fuerte.


A todos mis extraños amables que me tendieron la mano, gracias. El blog vuelve a estar activo.






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